Rodrigo y Luz se conocieron cuando él tenía 17 y ella 15 años. Se enamoraron rápidamente, así como sucede con los amores adolescentes, hicieron planes a futuro y confiaron tanto el uno en el otro que cuando se plantearon la idea de casarse e irse a vivir juntos a tan temprana edad parecía que nada más estaban dando un paso natural en su relación. Se prometieron acompañarse en la salud y en la enfermedad, cuidarse a pesar de las dificultades y compartir sus vidas hasta que les fuera permitido.
Luego de su matrimonio las y los hijos llegaron naturalmente, fueron siete, y Rodrigo se encargó de ser el soporte económico de su familia. Trabajaba cortando y arreglando árboles, tenía talento en su trabajo y muchas veces lo relacionó con su pasión con la que hacía las cosas.
Los nueve integrantes de la familia vivían felices y tranquilos en un resguardo indígena en un municipio de Tolima llamado Coyaima hasta que la guerra los alcanzó. Rodrigo no recuerda y más bien ignora quiénes fueron los culpables del desplazamiento forzado, pues lo importante no son quiénes, sino los problemas que causaron. En 2002 llegaron a Bogotá con lo que pudieron sacar. Con maletas en una mano y con niñas y niños en la otra iniciaron una nueva vida en la capital.
La familia llegó a la localidad de Suba y a partir de ese momento Rodrigo Loaiza Yara y Luz Aurora Luna Poloche tuvieron que hacerse cargo de los gastos del hogar. Ambos buscaron trabajo en lo que sabían hacer: él cortando árboles y ella limpiando casas u oficinas, hacían todo lo que fuera necesario para salir adelante en la gran urbe.
Pasaron años trabajando de sol a sol hasta que decidieron mudarse a la localidad de Ciudad Bolívar. Ya no necesitaban de una casa tan grande, los y las hijas habían crecido y aunque algunos de sus nietos los visitaban ocasionalmente no tenían razón para ocupar tanto espacio.
Su nueva casa era de color azul, de un solo piso, con una ventana lo suficientemente amplia para iluminar toda la sala y aun cuando no era muy grande, les bastó para pintarla, decorarla y construir nuevos recuerdos en familia. La rutina no cambió mucho, cada integrante tenía sus propias obligaciones y ocupaciones hasta aquel día en 2014.
Al igual que todas las mañanas, Rodrigo y Luz se despidieron antes de salir a trabajar, ambos se dirigieron a sus respectivos lugares de destino cuando pasado el mediodía, Rodrigo se enteró de que su esposa había sufrido un accidente cerebrovascular. Ella fue enviada inmediatamente a un hospital para ser atendida, pero la opinión de los médicos no fue muy favorecedora puesto que la mitad del cuerpo de Luz había quedado paralizado y a pesar de que existía la posibilidad de que ella recuperara la movilidad, le indicaron que el proceso sería largo.
Fue hasta ese momento en el que la promesa de apoyarse en la salud y la enfermedad tomó sentido. Ambos tuvieron que renunciar a sus empleos, Luz por la parálisis y Rodrigo para cuidar a su esposa que tan solo un año después sufrió un nuevo derrame.
Las labores que habitualmente se dividían como cocinar y limpiar pasaron a ser responsabilidad de Rodrigo. Ahora era él quien debía procurar que todo estuviera en perfectas condiciones, al menos en casa, dado que su esposa estaba atravesando el peor momento de su vida y él no tenía mucho que hacer. Además de la parálisis estaba sumida en una depresión profunda, no quería ver a nadie, no quería recibir visitas, tampoco pronunciaba palabra y lo único que quería hacer era pasar todo el tiempo posible en su cama sin moverse.
Sus hijas, hijos, nietos y su esposo estaban preocupados porque, tal como el médico les había recomendado ya hacía mucho tiempo atrás, Luz debía asistir a terapias para recuperar la movilidad y eventualmente su estado anímico.
Tras meses de insistencia, Luz accedió a visitar a un doctor con quien trabajó en mejorar su movilidad, pero no era suficiente. Una parte de ella y de su familia temían que al dejar pasar tantos años no pudiera recuperarse de lo sucedido.
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Cierto día, Rodrigo recibió información sobre un nuevo programa de la Alcaldía que podría ayudarlo a él y a su esposa por lo que no lo pensó, se inscribió y un par de meses más tarde fue contactado para iniciar un proceso que haría más que solo apoyarlo, le cambiaría la vida.
El programa, que en realidad es la tercera modalidad del Sistema de Cuidado, tiene como nombre Asistencia en Casa y su objetivo es llegar hasta los hogares de las personas que se dedican al cuidado y que debido a sus situaciones particulares no pueden salir de casa. Asistencia en Casa busca relevar a esas personas para que una vez a la semana por tres meses puedan realizar otras actividades diferentes al cuidado mientras que una persona realiza actividades de cuidado indirecto o directo, según sea el caso.
Para formalizar su participación, el equipo de Asistencia en Casa llegó hasta el hogar de Rodrigo y Luz para conocer su historia, sus dificultades y necesidades. En la primera sesión los profesionales realizaron un diagnóstico que les permitió identificar el tipo de atención que ellos requerían. Rodrigo insistió en el apoyo con el desarrollo físico y cognitivo de su esposa quien a pesar de los años de recuperación y trabajo aún no recuperaba el funcionamiento de la mitad de su cuerpo por completo.
Y aunque ambos saben que su tiempo es limitado y que pronto tendrán que volver a cuidarse entre los dos, agradecen las herramientas que les han brindado para enfrentar lo que venga después. “Yo por ejemplo tengo una rutina que hice con ayuda de la psicóloga y eso me recuerda que tengo que hacer mis ejercicios. Yo toda la semana tengo presente mi rutina y sé que cuando ellos se vayan yo voy a saber qué hacer para no perder lo que ya he aprendido”, dice Luz. Y por su lado, Rodrigo está próximo a iniciar un curso con el Sena para certificarse como cuidador. “Yo me pierdo mucho con la tecnología, pero ella también me ha ayudado con eso”, resalta Rodrigo.
“A mí solo me gustaría decir que las personas que estamos así también valemos y somos importantes”. Así como Luz y Rodrigo, en Bogotá son más de 100 hogares los que se benefician con la Asistencia en Casa y en febrero del 2024 se espera iniciar con el segundo ciclo de esta modalidad.
El Sistema de Cuidado cuenta, además, de la Asistencia en Casa con las Manzanas y Buses del Cuidado en donde podrás estudiar, descansar, ejercitarte y mucho más completamente gratis. Todo eso mientras que cuidamos a las personas que tienes a tu cargo. Busca la Manzana o el Bus del Cuidado más cercano a tu hogar.
¡En Bogotá, cuidamos a las que nos cuidan!